
La soledad.
Es linda cuando te deja pensar, te impulsa a soñar y crear. Es una dulce compañera cuando la acompañas con un buen libro o una hoja blanca para llenar. Es musa. La amo cuando nos vamos de camping, o tomamos la carretera en moto o auto: te ayuda a observar, a digerir el camino, a comprender lo que no entiendes cuando los diálogos te interrumpen. Es concentración pura.
En grandes dosis, es difícil de manejar: te deprime, te obliga a llenar los espacios con sucedáneos. Se requiere hacer coraza para lidiar con ella. Es particularmente peligrosa cuando estás harto de la sociedad banal. La soledad es la antítesis de la comunidad: tan necesaria como esta última, pero igualmente difícil de gestionar.
Lo más fuerte es cuando estás solo pero acompañado: eres incapaz de notar su presencia, devorándote por dentro, exigiéndote salir de ahí para estar con ella, en sus recónditos espacios. Témela y ámala, pero no la ignores.
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Música: Quiero tanto el soundtrack que me lo llevaría a la luna si solo pudiese llevar diez CD’s. Es tan bueno como la película de un buen libro que fue bien adaptada al cine. Búscate “It’s a lonesome old town” donde viene esta linda frase: “I’m lonely as I can be”.
¿La película? Una de las pocas comerciales con las que me asocio potentemente. Toca un tema muy fuerte y sí, Leaving Las Vegas, es de las mejores de Nicholas Cage. Casi tan bien actuada como Birdy (otro enorme soundtrack, del buen Peter Gabriel). Si no eres de mi generación y no la has visto, dale!