
La playa tiene esa magia de la que jamás nos podremos escapar y una de mis razones para venir a vivir a Mazatlán es justamente ese espacio para soñar, para pensar y para crear.
Con la Ola y la arena comienzan a cobrar vida varios cuentos que están en papel y pertenecen a esta nueva etapa de vida. Algunos formarán parte de la categoría “Geografías de la nostalgia” y otras de las “Geografías del amor”, que busca tejer amores fugaces, burdos, tragicómicos y sí, tal vez algunos normales.
Este cuento empieza aquí y sigue en mi blog. Solo es un clic más, no temas.
La ola y la arena, por Samuel B.
Cuando le toqué el pie izquierdo no pude dejar de sentir esos minúsculos granos de arena pegados a la planta, como rebabas de color en una pared perfectamente lisa, o como la superficie de un vitral, con mínimas imperfecciones. Confieso que me agitaron, pero yo no estaba ahí por eso. Se quejaba amargamente y me miraba con angustia: “¡Ayúdame!” parecía decir.
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Foto: SBMG
Sitio: en una de las playas de Mazatlán. Lo más probable es que haya sido en Olas Altas, aunque fue un viaje relámpago con una hermosa musa y no recuerdo exactamente cada lugar. Lo que sí puedo decir es que fue premonitorio: como muchos lugares que no me han gustado al principio, también se convirtió en mi sitio de residencia.
Notas: En La ola y la arena intento regresar a mi faceta de escritor y cuentista. Me hice el propósito de producir unos diez cuentos sobre amores raros, locos y ridículos o simplemente fugaces. Éste es el primero de varios que están en borrador y que iré poniendo por acá. Bienvenido tu comentario.