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Entiendo una condición que deja de ser –la cola de la lagartija, digamos– para volver a tomar su forma original: una lagartija con cola nueva. También el bosque, convertido en desierto o en campo de monocultivo se puede regenerar y hacer un nuevo bosque. No el mismo, sino uno nuevo, a partir de las condiciones del momento: por ejemplo un bosque de pinos, donde antes hubo uno de encinos o de especies diversas.
Pero una terapia, ¿regenerativa? El turismo ¿regenerativo? ¿Cómo? Me pregunto, en términos gramaticales, ¿sobre quién recae la acción? Si fuese sobre el turismo, ¿volvería entonces a ser el de antes? Y si fuese sobre el turista, ¿Volverá a ser el de antes? ¿Cómo, de ser posible, sería esa magia y –acá lo más tenebroso– a qué resultados nos llevaría? ¿Qué clase de Frankestein arrojaría como resultado?
¿Cómo regenerar a alguien que era un consumista empedernido y convertirlo en un amante de la naturaleza? Aún suponiendo que esto se pudiese conseguir en un viaje de diez días, yo le llamaría (además de una proeza), un acto de transformación, no de regeneración.
Más…
Desde que llegó la pandemia se nos ocurrió a todos que todo tendría que ser “regenerativo” y comenzamos a aplicar el término hasta en la sopa, ¿pero realmente entendemos lo que significa y sus alcances?
Después de leer un excelente libro sobre Humboldt, reflexionar lo que vivo hoy en mi nueva ciudad de residencia y escuchar a tantas personas hablar de “regenerar”, he decidido dar mi opinión.
Foto: escribe “regenerativo” en Google y aparecerán todas estas aplicaciones de la palabra en los diferentes ámbitos de la vida.
Saber más: te dejo acá un video de un lugar en el que he trabajado, en el que el tema regenerativo me parece evidente y bien explicado.